miércoles, 26 de noviembre de 2008

Cuidado, que el viento pierde direcciones

Un sueño que no me pertenece se infiltró en mi mente, sé que no es mío porque su lenguaje no coincide con mis detalles, supongo que algo lo desvió de su destino, bien puede ser que el frío escarchó las vías de los mensajes para la mente haciendo que estos se deslicen sin frenos hasta colapsarse en el primer dormido que se cruce en su camino, o simplemente que la bocanada de tabaco que dejó escapar uno de los opresores lo arrastró hasta mí, de cualquier manera yo prefiero aliarme con el viento a tener una fortuna que no reconozca mi nombre, así que escribo el sueño:

Un sobreviviente mira en un reflejo su cuerpo cubierto de cicatrices, las cicatrices eran interesantes dibujos, los dibujos formaban un mapa...

Y ahí quise despertar, pero me quedé con el sabor de la imagen en la boca, me recordó cuando los antiguos cubrían sus cuerpos con tinturas azuladas, no por un disfraz como algunos lo hacen ahora, eran códigos, secretos, la ubicación de un deseo, poesías para los amores y maldiciones para sus odios... Esto es lo que sé: si algo hice en mi existencia fue mirar fijamente obras de arte, grietas en las paredes, moretones en mi cuerpo, y llegué a encontrar más que emociones, tiempo y sangre arremolinada contra mi piel, los accidentes no existen, son mensajes abruptos.

Así que escribo esta nota con el sueño y la encomiendo al viento, espero haber soplado en la dirección correcta y que ninguna respiración se interponga de nuevo en el camino hasta su dueño, en caso de que vuelva a chocar contra otro dormido, le pido que recuerde la sinceridad y olvide la avaricia, porque no hay peor guerra que la insomne.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Lámina

¿El nombre de la máquina? ¡Ja! Se llamaba igual que tú Jarvis Kemp, pero lo escribíamos así: Jar Bis Kemepe “la trituradora de aburrimiento”.
Y tiene un botón como los de las licuadoras, amarillo, cuadrado, grande... ¿te acuerdas? en ella Xacca hacía su licuado de melón mientras Nearco cuidaba que nadie fuera a descubrirlos ¡tiempos dorados! ¿no lo crees? Luego todos nos volvimos malos, crecimos y acabamos aquí... pero el murmullo de Itsván está burbujeando en el centro del laberinto, como un suspiro de hada viene seguro e invisible hacia nosotros…
¡AAAAhhhhhh! ¡Despierta! Odio que me contagies tus sueños. Dime ¿qué tiene de guapa esa enfermera? ¿No te parece que le sobra de todo por todos lados? ¡Claro, entiendo, eso es lo que le miras! Mi padre era igual….
Y… ¿Por qué te pegaron? ¿de quién era el expediente?
“Eso te pasa por chismoso” habría dicho mi hermana Emma ¿ya te conté de mi hermana Emma? Igual hasta la conociste, era una pecosa con trenzas envueltas en listones que siempre se peleaba con las demás niñas por el último pedazo de pastel, me acuerdo que una vez hasta se armó un duelo de insultos entre ella y otra, una muy mala… seguro de esa sí te acuerdas, usaba un vestido verde limón con holanes blancos ¡tan presumida la escuincla! ¿no crees que se parece a alguien? A mi sí, pero sería un suicidio decirlo aquí ¡Ja! Mejor luego, si salimos algún día, lo gritamos en el Cañón del Dragón de las Puertas Selladas ¡siempre he querido hacer una fiesta ahí!
Pero ya me voy, me voy… divago demasiado y no sé si bien, tú pones cara de que me consideras una sin razón y sin razón me haces sentir. En realidad sólo venía a contarte que Xacca se escapó de su celda y dicen que te busca. Ojalá que no te encuentre Jarvis, y no por ella, tú sabes que ella no te dañaría ¿o sí? Quizá al verte recuerde lo que olvidó… ¿te imaginas? Pero no, sería raro, ella no es tan lista, y además seguro que de acordarse se asusta como cuando era niña y se pone a berrear como becerro… ¡Ay cómo lloraba! Aún me resuenan sus gemidos en la cabeza, eran tan chirriantes, como si tuviera la garganta hecha de fierros oxidados.
Pero te decía ¡qué no te encuentre! Los que vienen detrás no se detendrán ante un enfermo… ¿te imaginas a Nearco en esta habitación? ¿a los novatos entusiastas que sólo desean ser igual de hábiles que él? Que Helga te salve de que se arme una campal aquí ¡ja! Porque morirías ¿sabes? Morirías como un tonto… y ahora que empiezas a olvidar todo no tendrás tiempo siquiera de reconocer entre los que peleen quiénes están de tu lado y quiénes no.
No Jarvis, las cosas se pusieron muy mal estas semanas ¡mira nomás cómo quedaste! Y tus aliados ¿han venido a ver por ti? No… ni lo harán. Así que mejor levántate de esa cama y escóndete en algún lado, sí, aunque ya no puedas ver a la enfermera, aunque te duelan los músculos, los huesos y los ojos, aunque te desangres en el arrastre… aunque… ¡Basta! ¡Basta! Me está dando de nuevo, me da, ay, me da… ¡Ayúdenme! ¡Ay me muero! ¡Ay!
La lámina de hielo desde la que aquella mujer hablaba, sobrepuesta en el tragaluz que alumbraba el cuerpo molido de Jarvis Kemp, se hizo trizas tras el golpe certero de la enfermera y se derritió en un instante. La enfermera, muy mona, muy sonriente, escondió la macana a su espalda y lo miró con ternura…
-- Es hora de su desayuno Señor Kemp ¿qué prefiere para esta mañana? ¿Café o té?

martes, 11 de noviembre de 2008

Delicado

Abrir documento: Memorias de Kemp
Día 16
Graves semanas he pasado últimamente. No imaginé que husmear en los expedientes pasaría de uno de esos pecados laborales donde el jefe te regaña. La paliza fue tal que pensé que no lo contaría. Entre rabia y frustración mis puños se detenían entre sí obligándose a resistir, a no responder, a sabiendas de que sus torpes movimientos eran invitaciones a sendas fracturas y dulces y sonoros crujidos y lamentos como precio por cada uno de sus errores producto de un entrenamiento mediocre.
Una parte de mí quería recordar esos viejos días en que castigábamos a los que se lo buscaban, no a los que nos ordenaban castigar, otra parte quería pedir clemencia, rendirse, buscar piedad en sus extraviadas y asustadas miradas por toparse conmigo, y una tercera parte pensaba que lo más sabio era tragar ese caldo de golpes para alejar cualquier sospecha de los pasos de H.
Quiero decir más, es mucho lo que ocurrió, algo grande viene, pero es hora de mi desayuno y aún no estoy en condiciones de masticar, me ayuda una guapa enfermera con mi mandíbula y podría sospechar si mira mi pantalla...

Mientras dormía soñaba que corría un laberinto de arbustos y me topaba con mi máquina de trabajo, para mí es casi como un animal de monta para cuidar y consentir. El problema es que no recordaba su nombre....