martes, 11 de noviembre de 2008

Delicado

Abrir documento: Memorias de Kemp
Día 16
Graves semanas he pasado últimamente. No imaginé que husmear en los expedientes pasaría de uno de esos pecados laborales donde el jefe te regaña. La paliza fue tal que pensé que no lo contaría. Entre rabia y frustración mis puños se detenían entre sí obligándose a resistir, a no responder, a sabiendas de que sus torpes movimientos eran invitaciones a sendas fracturas y dulces y sonoros crujidos y lamentos como precio por cada uno de sus errores producto de un entrenamiento mediocre.
Una parte de mí quería recordar esos viejos días en que castigábamos a los que se lo buscaban, no a los que nos ordenaban castigar, otra parte quería pedir clemencia, rendirse, buscar piedad en sus extraviadas y asustadas miradas por toparse conmigo, y una tercera parte pensaba que lo más sabio era tragar ese caldo de golpes para alejar cualquier sospecha de los pasos de H.
Quiero decir más, es mucho lo que ocurrió, algo grande viene, pero es hora de mi desayuno y aún no estoy en condiciones de masticar, me ayuda una guapa enfermera con mi mandíbula y podría sospechar si mira mi pantalla...

Mientras dormía soñaba que corría un laberinto de arbustos y me topaba con mi máquina de trabajo, para mí es casi como un animal de monta para cuidar y consentir. El problema es que no recordaba su nombre....

No hay comentarios: