miércoles, 26 de noviembre de 2008

Cuidado, que el viento pierde direcciones

Un sueño que no me pertenece se infiltró en mi mente, sé que no es mío porque su lenguaje no coincide con mis detalles, supongo que algo lo desvió de su destino, bien puede ser que el frío escarchó las vías de los mensajes para la mente haciendo que estos se deslicen sin frenos hasta colapsarse en el primer dormido que se cruce en su camino, o simplemente que la bocanada de tabaco que dejó escapar uno de los opresores lo arrastró hasta mí, de cualquier manera yo prefiero aliarme con el viento a tener una fortuna que no reconozca mi nombre, así que escribo el sueño:

Un sobreviviente mira en un reflejo su cuerpo cubierto de cicatrices, las cicatrices eran interesantes dibujos, los dibujos formaban un mapa...

Y ahí quise despertar, pero me quedé con el sabor de la imagen en la boca, me recordó cuando los antiguos cubrían sus cuerpos con tinturas azuladas, no por un disfraz como algunos lo hacen ahora, eran códigos, secretos, la ubicación de un deseo, poesías para los amores y maldiciones para sus odios... Esto es lo que sé: si algo hice en mi existencia fue mirar fijamente obras de arte, grietas en las paredes, moretones en mi cuerpo, y llegué a encontrar más que emociones, tiempo y sangre arremolinada contra mi piel, los accidentes no existen, son mensajes abruptos.

Así que escribo esta nota con el sueño y la encomiendo al viento, espero haber soplado en la dirección correcta y que ninguna respiración se interponga de nuevo en el camino hasta su dueño, en caso de que vuelva a chocar contra otro dormido, le pido que recuerde la sinceridad y olvide la avaricia, porque no hay peor guerra que la insomne.

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